Nos encontramos aprendiendo, que en esencia la realidad de la persona en este mundo es el cumplimiento de los preceptos y el servicio y enfrentarse a los exámenes y las satisfacciones de este mundo no es digno que le sirvan sino como incentivo y apoyo para lograr la tranquilidad y reposo suficientes y dirigir su corazón al servicio impuesto sobre él.
Pero es conveniente que se dirija exclusivamente hacia Su Creador, y aparte todo fin ajeno de las tareas que realice, sean pequeñas o grandes y acercarse al Señor, Bendito Sea, destruyendo todo muro que interrumpa entre él y su creador, o sea todo lo relacionado con el materialismo y lo que dependiere de él, hasta inclinarse tras el Señor Bendito Sea, como el hierro tras el imán.