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Capítulo 11, “Aspectos de la limpieza”, (parte cuarenta y seis) – 141

Y verás que hermanos de la envidia son el deseo y la pasión, pues fatigan el corazón de la persona hasta el día de su muerte, como lo afirmaron nuestros sabios: “La persona muere con sólo la mitad de sus anhelos cumplidos” (Kohelet Rabá 1).

Pero fundamentalmente el deseo lo inclina hacia dos fines, uno es el dinero y otro es el honor, los dos por igual son perniciosos y causan al hombre grandes daños.

He aquí que el deseo del dinero lo apresa en la celda del mundo y pone las cadenas del esfuerzo y la labor sobre sus brazos como esta dicho: “El que ama el dinero, no se saciará del dinero” (Kohel. 5), y ello lo aparta del servicio Divino, pues cuántas oraciones se pierden y cuántos preceptos se olvidan por la extensa labor y la agobiante tarea y más aún – se pierden – del estudio de la Torá, como comentaron sobre el versículo: “No está ella tras el mar”, no se encuentra entre los que atraviesan los mares por comercio (Trat. Eruvin 55), y así estudiamos: “No todo el que aumenta el comercio se instruye” (Trat. Princ. 2), y lo expone a grandes peligros, y debilita sus fuerzas con las grandes preocupaciones aún después de haber logrado sus propósitos, así lo estudiamos: “Incrementa sus negocios, aumentan sus preocupaciones” (Trat. Princ. 2), y nos impulsa a trasgredir muchas veces los preceptos de la Torá y aun leyes naturales del raciocinio.

 

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

"El sendero de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su alma preserva su camino." (Mishle 16:17)