Y tal como se requiere pureza en los actos así se necesita pureza en las virtudes; y casi es más difícil la perfección en las virtudes que en el obrar, pues la naturaleza actúa más sobre las cualidades que sobre los hechos puesto que la disposición o el carácter ayudan o se oponen a ello, y toda batalla que se lleve a cabo contra las inclinaciones naturales es una batalla tremenda, así como lo expresó Nuestro Sabio en su cita: “Quién es el poderoso? El que domina su instinto” (Trat. Princ. 4).