Capítulo 11, “Aspectos de la limpieza”, (parte veintidós) – 117
También el odio y la venganza: Difícilmente el hombre se escapará de ellos, pues la persona sufre mucho los agravios y sufre enormemente, por lo que le es la venganza más dulce que la miel, pues es su único descanso.
Por lo tanto, si tiene la fuerza de abandonar lo que su propia naturaleza lo instiga a realizar, dominando sus ímpetus y no odia a quien despierte su ira y no se venga de él en cuanto le es posible y no le guarda rencor; sino todo lo olvida y lo quita de su corazón como si no existiera, es fuerte y poderoso.
Y ello es fácil sólo para los ángeles, que no poseen estas condiciones, pero no para los que habitan las casas del materialismo cuyo fundamento es el polvo.
Pero es un decreto divino, y los versículos lo aclaran explícitamente sin necesidad de explicación.
“No odiarás a tu hermano en tu corazón” (Lev. 19). “No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo” (Id.).