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Capítulo 11, “Aspectos de la limpieza”, (segunda parte) – 97

Y nosotros podemos ver que no todos los hombres son ladrones notorios o sea que sustraen el dinero del prójimo para sí, pero aun así la mayoría prueba el gusto del robo en el comercio, al indicarse permisos para beneficiarse con las pérdidas del compañero, diciendo que ello es diferente. Pero numerosas prohibiciones fueron dichas sobre el robo: no explotarás, no robarás, no hurtarás, no engañarás ni mentirás a tu prójimo, no transgredas los límites de tu compañero, todos estos numerosos enfoques del robo, incluyen procederes de las transacciones comerciales y en todas ellas existen muchas prohibiciones. Pues no sólo los hechos notorios y públicos de la explotación y el robo son los prohibidos, sino todos los que finalmente nos conduzcan a él o lo provoquen se encuentran incluidos en la prohibición, y sobre esto dijeron nuestros sabios: “A la mujer del prójimo no impurifico”: no interfirió en el oficio del compañero (Trat. Sanhedrin 18). Como prohibió Rabí Yehuda a un comerciante repartir granos y nueces a los niños para acostumbrarlos a que vengan a comprarle, y lo permitieron nuestros sabios puesto que también los demás pueden hacer lo mismo (Trat. Babá Metziá 60). Y dijeron: “Es más grave el robo al Sagrado Templo” (Trat. Babá Batrá 88). Y eximieron a los obreros asalariados de bendecir el pan y de los últimos párrafos de la bendición de la comida, y aun por la oración del Shema sólo pueden interrumpir el trabajo para recitar el primer capítulo. Por lo tanto muchísimo menos puede interrumpir su trabajo para cuestiones personales, pues todo jornalero lo tiene prohibido para no anular el trabajo por el cual fue contratado, y si lo hiciere se convierte en ladrón. Y Aba Jilkiá no retribuía el saludo de los sabios para no perjudicar el trabajo que realizaba. Yaakov nuestro patriarca nos dice: “Permanecí de día, me consumía de calor, y la helada noche, sin otorgarle sueño a mis ojos” (Génesis 31). Qué contestarán entonces, lo que se ocupan de sus placeres en el momento del trabajo anulándolo u ocupándose de sus cosas particulares.

Concluimos, que quien es contratado por su compañero para cualquier tipo de trabajo, este adquiere todos sus momentos para el mismo, como dijeron nuestros sabios: “El asalariarse es venderse durante el día, y todo tiempo que utilice en beneficio propio de cualquier manera, significa estrictamente hurto” (Trat. Babá Metz. 56).

Y si no se lo perdonan no es absuelto, pues nos enseñaron nuestros sabios: “Los pecados cometidos contra su compañero no los expía Iom Kipur hasta que no se reconcilie con él mismo” (Trat. Iomá 86).

 

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

"El sendero de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su alma preserva su camino." (Mishle 16:17)