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Capítulo 13, “La abstinencia”, (cuarta parte) – 151

Y aclararemos ahora la abstinencia correcta y diremos, después de que certifiquemos que todas las cuestiones mundanas son prueba para el hombre, como lo mencionamos anteriormente y lo demostramos, y verifiquemos la debilidad del hombre por ser propenso a la maldad, resultará clara la necesidad de alejarse de todo ello para guardarse del mal al que lo conducen, pues no existen ningún placer mundano que no conduzca hacia algún pecado. Por ej.: la comida y la bebida limpias de toda prohibición son absolutamente permitidas, sin embargo la gula nos conduce a lo licencioso y el exceso en la bebida a la lujuria y demás perversidades, y con más razón que al acostumbrarse la persona a comer y beber hasta hartarse y si alguna vez le faltará lo acostumbrado le dolerá y lo sentirá tremendamente lo que lo inducirá a realizar toda clase de transacciones y esfuerzos en el comercio para conservar la mesa tendida a su gusto y comenzará a arrastrarse hacia el pecado, el hurto, falsos juramentos y toda clase de trasgresiones que se sucederán, alejándose así del servicio, de la Torá y de la oración, pudiéndolo haber evitado si desde un principio no se hubiera dejado arrastrar por estos placeres. Y similar a esto dijeron Nuestros Sabios sobre el insubordinado y rebelde: “Previó la Torá la intención final” (Tr. Sanhedrin 72).

 

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

"El sendero de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su alma preserva su camino." (Mishle 16:17)