Capítulo 2, “La prudencia”, (cuarta parte) – 33
Y es lo que el profeta clama diciendo: “Observen vuestros caminos” (Jagai 15). Y así se expresa Salomón con su sabiduría: “No concedas sueño a tus ojos, ni sopor a tus párpados, libérate como el venado rápidamente” (Proverbios 6-4). Como nuestros sabios nos dijeron: “Aquel que considerase sus caminos en este mundo será merecedor de ver la rendición del Señor, Bendito Sea” (Moed Katán 5-a).
Y es simple esto, dado que si aún la persona se vigilara a sí mismo no tendría las fuerzas suficientes para evitarlo sin la ayuda del Señor, Bendito Sea, pues es muy poderoso, como recita el versículo: “Acecha el malvado al justo y trata de matarlo, pero el Señor no lo abandonará” (Salmos 3-7), si el hombre cuida de sí mismo el Señor lo ayudará y se podrá salvar, pero si el hombre se abandona, con seguridad el Señor no lo vigilará pues si él no se apiada de sí, quien lo hará por él, asemejándose esto a lo que dicen nuestros sabios: “Todo aquel que no tenga entendimiento está prohibido apiadarse de él” (Berajot 33-a). Así también dijeron: “Si yo no me ocupo de mí quien lo hará por mí”.