Capítulo 22, » La humildad» (primera parte) /223
Hasta aquí hemos hablado de lo reprobable de la soberbia, y por ende inferimos lo elogiable de la humildad. Pero ahora desarrollaremos fundamentalmente, la humildad y la soberbia se pondrá en evidencia de por sí.
La norma de la humildad reside en que el hombre no se valorice a sí mismo por ningún motivo que fuera, siendo esto lo exactamente opuesto a la soberbia. Y si detallamos veremos que depende de los hechos como de la intención. Pues en principio debe el hombre ser humilde en sus pensamientos, y solo después se conducirá de la manera en que lo hacen los humildes. Porque si no es humilde en su pensar queriendo ser humilde en su accionar, no pertenecerá sino a la clase de los humildes hipócritas y malvados arriba mencionados, incluyéndose entre los farsantes, de lo que no existe en el mundo peores que ellos.