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Capítulo 22, » La humildad» (tercera parte) /225

La inteligencia es el principal medio que conduce al hombre a la soberbia y el orgullo por cuanto es una virtud en el hombre mismo y en la parte superior de él ósea su mente. Pero no existe ningún sabio que no se equivoque y que no necesite aprender de sus semejantes, y en muchas ocasiones aun de sus alumnos, siendo así entonces, ¿cómo puede vanagloriarse con su sabiduría?. Pero quien posea un entendimiento correcto, aunque haya sido merecedor de una gran sabiduría, verdaderamente descollante, cuando analice y medite verá que no existe lugar para el orgullo o la superioridad. Pues quien posea sabiduría y sepa más que los demás, no realiza sino lo que su propia naturaleza lo induce a realizar, como el ave que se eleva para volar, pues esa es su naturaleza, el buey jala con fuerza, porque es su ley. De la misma manera el que es sabio, puesto que su naturaleza lo conduce a ello. En tanto que el que actualmente no es inteligente como él, si hubiera tenido su misma capacidad hubiera sido inteligente como él, entonces no tiene por qué enorgullecerse o vanagloriarse. Sino por el contrario, si posee una gran sabiduría deberá trasmitirla a los demás que también la necesitan.

Como lo explico Raban Yojanan ben Zacai: “Si estudiaste mucha Torá no te vanaglories, pues para ello fuiste creado” (Tr. Princ. 2-9). Si es rico, deberá alegrarse con su parte, ayudando a quien lo necesite, si es fuerte deberá ayudar a los que fracasan y salvar a los oprimidos. ¿A qué se compara esto?, a los sirvientes de la casa, a los que se le ha designado a cada uno una tarea específica, y deberán mantenerse en sus puestos cumpliendo sus órdenes, para completar los quehaceres de la casa y sus necesidades, y no hay lugar para ninguna jactancia.

Este es el análisis y la meditación digna de todo hombre que posee un raciocinio recto sin terquedad.

Cuando se clarifique en él, solo entonces se llamará humilde realmente, pues en su corazón y en su esencia posee la humildad. Como el Rey David lo expresara a Mijal: “Y seré despreciable en mis propios ojos” (Samuel 2).

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

"El sendero de los rectos es apartarse del mal; el que guarda su alma preserva su camino." (Mishle 16:17)