Capítulo 23, » Adquisición de la humildad» (segunda parte) /236
Y se debe reflexionar en diversas cuestiones; La primera de ellas es lo que se menciona en las palabras de Akavia ben Mahalalel, sobre: “Sabe, ¿de dónde provienes?, de una gota hedionda; ¿Y hacia dónde te diriges?, hacia un lugar de tierra y gusanos, ¿Y ante quien darás cuenta de tus actos?, ante el Rey de los Reyes, el Eterno, Bendito Sea”. Ya que estas cosas son opuestas al orgullo, y conducen a la humildad. Pues al observar el hombre la futilidad de la materia y lo despreciable de su origen, no tiene motivos para vanagloriarse en absoluto, sino para avergonzarse y humillarse. ¿A qué se asemeja esto?, a un criador de cerdos que logró ser Rey, toda vez que recuerde su origen, no podrá enorgullecerse. Y cuando piense, también, que toda su grandeza volverá a la tierra, y será alimento de los gusanos, más aún someterá su arrogancia y olvidará su orgullo, pues cuál es su beneficio y cuál su orgullo si su final es vergüenza y humillación. Y al continuar pensando e imaginarse en su corazón el momento en que se presente ante el Tribunal Celestial y al verse a sí mismo ante el Rey de los Reyes, el Eterno, Bendito Sea, el Santo y Puro en la infinidad de la Santidad y la pureza, al comparecer frente a los Sagrados Servidores, poderosos cumplidores de su mandato quienes no poseen defecto alguno, y él se presenta ante ellos despreciable, inferior y humillado por sí mismo, impuro y repugnante a causa de sus actos. ¿Podrá levantar su cabeza?, tendrá palabras para argumentar? Cuando le pregunten: ¿Dónde está tu boca, tu arrogancia, y el orgullo que ostentaste en tu mundo?, ¿Que contestará, o que responderá a la amonestación? Con seguridad que si el hombre imaginaría por un momento nada más este cuadro en su mente de una manera clara y real, volaría de él la arrogancia, y no retornara jamás.