Capítulo 25, » Adquisición del temor» (primera parte) /250
El único camino para adquirir esta virtud, es el reflexionar en estas dos verdades: En principio, que su Divina Presencia se encuentra en todo lugar del mundo, y que el Señor Bendito, controla todo movimiento pequeño o grande y no se oculta de su vista nada, ya sea inferior o superior; Sino lo grande o pequeño, lo trivial y lo importante. Él lo observa y lo entiende sin distinción, como lo expresa la escritura: “Llena la tierra con Su Gloria” (Isaías 6).
Y dice, “Si los cielos y la tierra Yo lleno” (Jeremías 23). Y está escrito: “¿Quién se asemeja a nuestro Dios, que en las alturas habita, y baja su vista para ver los cielos y la tierra?” (Salmos 113). Y, “Es altísimo el Señor, al humilde observa y al soberbio lejos reconoce” (Id. 138).
Y al clarificarse que en todo lugar se halla ante la Presencia Divina, entonces de por sí sobrevendrá el temor y el pavor en sus actos por si no están de acuerdo a la Majestad de su Gloria. Y es lo que está dicho, “Sabe que hay encima de ti, un ojo te observa, un oído te oye, y todos tus actos se inscriben en un libro” (Tr. Princ. 2). Puesto que el Señor supervisa toda cosa, ve todo y oye todo seguramente todos sus actos dejan impresión y se inscriben en un libro, ya sea como mérito o como acusación.
Pero esto no se grabará claramente en la mente de la persona sino a través de una continua reflexión y una gran meditación. Pues al encontrase esto alejado de nuestros sentidos nuestro intelecto no lo alcanzará sino a través de la continua meditación y observancia.
Y aún después de conseguirlo, se desvanecerá fácilmente si no persevera por conservarlo continuamente.