Capítulo 26, «La santidad» (novena parte) /260
Los enemigos de esta virtud, son la falta de conocimientos verdaderos y una excesiva sociabilidad con las personas, pues el materialismo encuentra su especie y despierta, cobrando fuerzas y quedando su alma atrapada en él sin poder salir de su prisión.
Pero al apartarse de ellos y quedar sólo, podrá prepararse para recibir su Santidad, y por el camino que deseará transitar, lo conducirán. Y con la ayuda Divina que le será conferida, se superará su alma y vencerá a lo físico uniéndose a la santidad del Señor, y se perfeccionará. Y de ahí se elevará a una categoría más superior, o sea el Espíritu Sagrado, pues habrá alcanzado su entendimiento la superación de los límites humanos. Y podrá llegar su apego a una categoría tan grande, que le serán entregadas las llaves de la resurrección de los muertos, así como les fueron trasmitidas a ELIAS Y ELISEO, que es lo que indica la fuerza del apego en el Señor, Bendito Sea, siendo Él la fuente de la vida y quien concede la vida a todo ser viviente, como lo expresaron Nuestros Sabios: “Tres llaves fueron entregadas en manos de emisarios, las llaves de la resurrección…” (Tr. Taanit 2). Es decir, que el que se una al Eterno en forma absoluta, logrará traer del Señor aun la extensión de la vida misma que es lo que se relaciona con El más que cualquier otra cosa, como ya lo escribí, y es lo que concluye la Baraitá (cita), “La santidad conduce el Espíritu Sagrado, y el Espíritu Sagrado a la resurrección de los muertos”.