Capítulo 26, «La santidad» (sexta parte) /257
En resumen, la cuestión de la santidad es que el hombre debe estar tan apegado a su Dios, hasta que ningún acto que realice se separe o se aparte de Él, de manera que todas las cosas materiales que utilice se eleven más al utilizarlas él, que lo que bajará de su adhesión al Señor por utilizar elementos materiales.
Pero esto será cuando su mente y conciencia estén fijas constantemente en la Grandeza del Señor, su Majestad, y su Santidad, hasta que se encuentre como si estaría unido a los Ángeles Celestiales, permaneciendo aun en este mundo. Y ya dije que el hombre no puede realizar esto por sí mismo, sino estimularse y persistir en sus esfuerzos.
Y aun esto, sólo después de que se encuentren en él todas las virtudes que hemos mencionado previamente, desde la prudencia hasta el temor al pecado, y así arribará a la santidad y tendrá éxito.
Pues si caríese de las primeras cualidades, se consideraría como un extraño o defectuoso sobre lo que está dicho: “Y un extraño no se acercará “(Núm. 18).