Capítulo 4, “Adquisición de la prudencia”, (octava parte) – 47
Y desde ahora, si es tan dura para ellos la inferioridad ante el prójimo en niveles imaginarios y falsos, pues la inferioridad es aparente, y la soberbia es vana falsa, como podrán tolerar verse a sí mismo inferiores a aquellos hombres a quienes ellos ahora ridiculizan?. Y esto en el lugar de la categoría real y el esplendor eterno que aun ahora por no conocerlo y no valorarlo no lo estiman a él, pero en su momento indefectible lo reconocerán muy a su pesar y vergüenza, y con seguridad les producirá esto una pena eterna. He aquí, que la paciencia que se exigen a sí mismo para facilitar la dificultad del servicio, es una seducción falsa a la que los induce su instinto y no algo real. Y ya no habría lugar para esa seducción si vieran la verdad de las cosas.
Pero por cuanto que no lo buscan y continúan errando según su voluntad, no se les quitará a ellos esa seducción hasta el momento que ya no le sirva, pues ya no tendrán la posibilidad de corregir lo que han corrompido. Esto es lo que dijo el rey Salomón: “Todo lo que hallare tu mano para realizar, realízalo mientras tenga fuerza, pues no hay obras, ni pensamientos ni sabiduría en el sepulcro”(Eclesiastés), o sea que lo que la persona no hace mientras posee la fuerza que le es entregada por su Creador, – esta es la fuerza escogida que le es entregada por todos los días de su existencia con la cual es privilegiado y es ordenado a cumplir -, no lo podrá realizar ya en el sepulcro pues no posee esta fuerza en su poder, y si no incrementa sus buenas acciones en vida, le será imposible realizarlo después. Y quien no calcula sus hechos, no le quedará tiempo entonces. Y quien no se concientiza en este mundo, no podrá hacerlo en la tumba, así está dicho: “Pues no hay obras ni pensamiento ni sabiduría ni inteligencia en el sepulcro hacia el que te diriges”.