Capítulo 6, “La agilidad”, (primera parte) – 66
A la prudencia continua la agilidad, pues la prudencia se refiere a las prohibiciones mientras que la agilidad lo hace a las ordenanzas activas, o sea: “Apártate del mal y haz el bien” (Salmos 34-15).
La agilidad es la preparación para los preceptos y el complemento de sus componentes y así lo expresaron nuestros sabios: “Los ágiles se precipitan a los preceptos” (Trat. Pesajim 4a). Y con esto, entendemos que de la misma manera en que se necesita un gran ingenio y mucha visión para salvarse de los tropiezos del instinto y escapar al mal para que no nos domine, también es necesario un gran ingenio y visión para asir a los preceptos y apoderarnos de ellos sin permitir que se nos pierdan.
Porque así como acecha y pretende el mal instinto empujar al hombre a las redes del pecado, asimismo trata de privarlo del cumplimiento de los preceptos y los pierde de él. Y si se debilita y es negligente y no se esfuerza en perseguirlas y apoyarse en ellas, quedará vacío con seguridad.