Capítulo 6, “La agilidad”, (sexta parte) – 71
Y nosotros vemos con nuestros ojos continuamente que ya el corazón de la persona reconoce sus deberes y se clarifica en él lo que es digno para salvar su alma y las obligaciones para su Creador, y aun así lo abandona no por falta de aceptación o por otro motivo, sino porque la pesadez de su holgazanería lo domina y él se dice: comeré algo, dormiré un poco, o me es difícil salir de casa ya estoy desvestido como volveré a vestirme, hay un calor intenso, hace mucho frío o llueve y demás argumentos y subterfugios con que se llenan la boca los indolentes. Pero de todas formas la Torá se abandona y el estudio se anula y la persona abandona a su Creador. Es lo que Salomón afirmo: “Por la pereza se hunde el techo, y con la flojera de las manos se derrumba la casa” (Kohelet 10).
Pero si le preguntaras al mismo holgazán, te citará numerosos proverbios de nuestros sabios, versículos de las escrituras y argumentos lógicos que se le presentan en su análisis erróneo para facilitarle las cosas y permitirle su pereza.
Y él no ve que todos sus argumentos y motivos no nacen de un razonamiento lógico, sino que fluyen de la fuente de su pereza que en tanto crece en él, inclinan su raciocinio hacia estos argumentos sin escuchar la voz de los sabios, y de los que razonan con corrección.