En cuanto a la cuestión de la agilidad aclaramos lo suficiente como para disipar las dudas, y el hombre sabio aprenderá y se aleccionara.
Y tú ves que es digna la agilidad de continuar en forma inmediata a la prudencia, puesto que normalmente no será el hombre ágil sino lo precede la cautela.
Pues quien no dirija su atención en ser cauto en sus actos y meditar sobre su servicio en forma detallada que es la verdadera cualidad de la prudencia, como ya lo mencioné, difícilmente podrá investigar de amor y celo hacia ella y anhelo a su creador, estando sumergido en las pasiones físicas y corriendo tras su hábito que lo aleja de ello.
Pero al abrir sus ojos y ver sus hechos se cuidará en ellos y sopesará sus preceptos y sus pecados como ya recordamos, se desprenderá con facilidad del mal y deseará el bien, apresurándose hacia él, lo cual es simple.