Y de la misma manera el amor, si no nos ocupamos de fijarlo en nuestros corazones con la fuerza de todos los medios que conducen a ello.
¿Cómo lo encontraremos en nosotros, de donde provendrá la comunión y el entusiasmo en nuestra alma hacia el señor y su tora? ¿si no es que nos apoyamos en su grandeza y su majestuosidad que engendraran en nuestro corazón esta unión, o bien, como se purificaran nuestros pensamientos si no tratamos de purificarlos de los defectos que instala en ellos la naturaleza física? Y así también las demás cualidades que exigen corrección y conducta, ¿quién las corregirá y las perfeccionará si no ponemos nuestra atención sobre ellas y no somos cuidadosos sin una gran precisión?
Si reflexionaríamos al respecto verdaderamente, lo encontraríamos en toda su dimensión beneficiándonos y beneficiando a otros enseñándoles también.