¿Es posible que fatiguemos nuestra mente en investigaciones sobre las que no fuimos encomendados, en discusiones de las que no saldrá ningún fruto o leyes que no nos conciernen en absoluto? y lo que realmente le debemos a nuestro Creador como una inmensa obligación lo abandonemos a la costumbre o la simple rutina humana?
Si no observamos y meditamos cual es el verdadero temor y sus condiciones, ¿Cómo lo adquiriremos y cómo escaparemos de la vanidad mundana que lo aleja de nuestros corazones?, pues con seguridad se irá apartando, aunque conozcamos nuestro deber.