Pero la verdadera devoción, anhelada y querida, está muy lejos de nuestra imaginación. Pues es evidente, todo lo que el hombre no conoce realmente, su mente no capta. Y aunque ya estén fijos en el corazón del hombre sus principios y sus bases, si no se ocupa de ellos verá sus aspectos, pero no los reconocerá, pasará frente a ellos y no los sentirá.