Al dejar el alma al cuerpo y dirigirse hacia el mundo de las almas, es allí donde podrá expresarse y refulgir en todo el esplendor que amerite poseer según sus actos y lo que haya alcanzado durante su unión con el cuerpo en el mundo físico.
Y en el tiempo que permanezca en el mundo de las almas recobrará la energía que perdió estando asociada al cuerpo y se preparará para el momento de la resurrección; de manera que al regresar al cuerpo en el momento pertinente podrá cumplir con la función para la que fue calificada, o sea la perfección a la que ya nos referimos.