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Sección 1, capitulo 4 «La responsabilidad Humana» (segunda parte)/37

 La idea implícita en este concepto aparente es el siguiente: En la existencia misma de la materia y en su propia naturaleza se halla la obscuridad. Esta es una realidad sumamente alejada y opuesta a la que en verdad debe ser para aquellos cercanos a Dios y que se apegan a Su santidad. El alma misma, aunque en su propia naturaleza es prístina y elevada, al ingresar al cuerpo físico e involucrarse con él, se divorcia de su naturaleza y se ve influenciada e impulsada hacia el elemento opuesto – la materia – el cual la compele en forma poderosa y no podrá desligarse de el a menos que ejerza un fuerza aún superior a aquella. 

 Y siendo que decretó Dios que esta combinación de alma y cuerpo no se disocie jamás; o sea, que la separación que provoca la muerte es solo temporaria, hasta que se produzca la resurrección con la cual regresa al cuerpo y ambos permanecerán unidos por la eternidad. 

Por lo tanto, necesariamente deberá el alma aumentar su capacidad y esforzarse para así, paulatinamente, debilitar el poder de la materia física y hacer que el propio cuerpo se eleve con ella y se alumbre con la luz superior y ya no sea el alma quien deba denigrarse y obscurecerse en el cuerpo como al principio. 

Pero el hombre en este mundo se halla en un estado en que la materia predomina. Y siendo que la materia es obscura y sombría, el mismo hombre se halla en una gran penumbra y sumamente alejado de su meta real, apegarse al Señor, Bendito Sea. Y es hacia allí donde debe dirigir sus esfuerzos, en superponer su alma a las inclinaciones físicas y mejorar su condición de manera que paulatinamente se vaya elevando hasta alcanzar el nivel que le corresponde.

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

“para que encomiende a sus hijos y a su casa después de él, a fin de que guarden el camino del Eterno, para hacer rectitud y justicia”