Asimismo, incluye esta idea el concepto de una realidad del bien, su expansión y crecimiento a partir de la superación de las fuerzas del mal.
La base de la existencia del mal, su actividad e influencia es la realidad en la que Dios esconde Su real Unicidad y no se revela a Si mismo con todo el poder de Su esencia Real. Y del grado de encubrimiento divino dependen la intensidad en la existencia del mal, como lo citáramos en la sec. 1. La base de la aniquilación del mal y su remoción, así como de la perpetuación del bien en la creación, es, por lo tanto, la revelación de la Unicidad de Dios. A esto se refirió el ver: «Vean ahora que Yo, Soy El y no existe otro Dios fuera de Mi] » (Deuter. 32,39]. Y está escrito: «Para que entiendan y crean… que Yo Soy El], previo a Mi ningún dios ha existido y después de Mi no existirá» (Isaías 43,10).
Por lo tanto, la rectificación final de cada criatura reside en la revelación de la Unicidad divina. Y Dios Fue, Es y Sera solamente Uno y único; solo que en el presente no es reconocido en forma universal; sin embargo, en el futuro final Se revelara ante todas las criaturas, como lo expresa el ver. «Y en aquel día será Dios Uno y Su nombre único» (Zacarías 14, 9).
Empero el pueblo judío que amerito obtener por parte de Dios la sagrada Tora, reconocen esta verdad y la testimonian también ahora. A ello se refiere el ver. «Y vosotros sois Mis testigos, dice Dios» (Isaías 43,12). Y este es un gran privilegio para Nuestro Pueblo.
En general, el ciclo de la providencia diaria se divide en el día y la noche, como lo citamos en la sec. 3 cap. 1. Durante cada mañana y cada atardecer el sistema se renueva y los ángeles ocupan sus puestos para cumplir las funciones asignadas para el desarrollo normal de la actividad del mundo.