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Sección 4, capítulo 5 «La oración» (segunda parte) /225

2] Sin embargo esta idea involucra un concepto más profundo.

Dios, doto al hombre con la inteligencia necesaria para desenvolverse en este mundo, haciéndolo responsable de controlar sus propias necesidades.

Esta idea se fundamenta en dos principios: El primero abarca la importancia y supremacía del hombre, el cual fue dotado con la inteligencia y razonamiento para cuidar de sí mismo en forma apropiada.

El segundo principio está basado en el hecho de que el hombre debe involucrarse con el mundo y todas sus cuestiones, lo cual se origina en la necesidad del hombre de mantener su estado humano natural, como lo discutimos anteriormente.

Todo lo cual constituye su desarrollo mundano, no el sagrado, que es lo que necesita para su periodo de existencia de acuerdo al orden general.

Al respecto, esto supone realmente una degradación para el hombre y su esencia. Sin embargo, se trata de una degradación necesaria para su posterior elevación, como lo desarrollamos en la sec. 1. Y así como esta degradación le es necesaria al hombre para su elevación en este mundo, es imperativo que la misma no sea excesiva, pues en tanto más se involucre en las cuestiones mundanas mayor será el alejamiento que experimente de la luz Divina y la obscuridad que atraiga sobre sí.

Empero Dios, Bendito Sea, prepare una enmienda para ello y es la iniciativa y el esfuerzo que realiza el hombre para acercarse y presentarse ante Dios y requerir de Él sus necesidades mundanales.

En el lenguaje de los Salmos (ver.55,23): «Arrojara sobre Dios sus preocupaciones». Este será el inicio más importante de todo esfuerzo que realice el ser humano. De manera que posteriormente, al embarcarse en cualquier tipo de actividad humana no se hundirá en el materialismo y la mundanidad, ya que desde el inicio de su actividad subordino la misma a la voluntad de Dios; esta previsión constituye el soporte que le impedirá degradarse desmedidamente.

 

R. Moshe Jaim Luzzatto Z"L TRADUCIDO AL CASTELLANO POR EL RABBI ISAAC FADDA.

“para que encomiende a sus hijos y a su casa después de él, a fin de que guarden el camino del Eterno, para hacer rectitud y justicia”