Capítulo 21
Adquisición de la devoción
Lo más efectivo para adquirir la devoción es la gran observación e intensa meditación. Pues cuando más medite el hombre sobre la gran majestuosidad del Señor, su máxima perfección, y la incalculable distancia que separa su grandeza de nuestra inferioridad, esto provocará que lo invadan el temor y la agitación ante Su presencia. Y al meditar en su inmensa misericordia para con nosotros, el gran amor que el Señor profesa por su pueblo de Israel, y la cercanía de los justos hacia él y la supremacía de la Torá y los preceptos, con seguridad arderá en él un amor fuerte, y elegirá y anhelará apegarse a él. Pues al ver que el Santo Bendito Sea, es para nosotros como un padre, apiadándose de nosotros como lo hace un padre con sus hijos, se despertará en definitiva la pasión y el deseo de retribuir, como un hijo hacia un padre. Para esto debe el hombre recluirse en su cuarto, y reunir todos sus conocimientos e inteligencia en la observancia y meditación de estas verdaderas disciplinas.
Y seguramente lo ayudará a ello la constante meditación y análisis en los salmos del rey David, pues están repletos de amor y temor y toda clase de aspectos de la devoción, y al profundizar en ellos se suscitará en el deseo de continuar tras sus pasos y encaminarse en sus senderos. Así también será constructiva la lectura de los hechos de los piadosos, y las leyendas allí mencionadas, puesto que todo ello estimula nuestra mente a evaluar e imitar sus agradables acciones lo cual es evidente.